Decidí visitar a la bruja de mi ex-mujer cuando salí del bar. Sí, mi abogado
me lo habría desaconsejado totalmente, tanto por la hora como por mi
estado, pero en aquel momento no estaba para escuchar consejos
imaginarios así que allí que me dirigí. Aparqué el coche en la puerta y
miré hacia la casa. Estaba a oscuras lo que me dió por pensar que no
estaba dentro.
Mi primer impulso fue colarme dentro para poder ver como había cambiado
desde que ya no vivía allí. Recorrer sus habitaciones y quizás rebuscar
en su mesilla de noche. Pero enseguida me vino a la mente la cotilla de
la vecina, que se pasaba la vida mirando por la ventana. Miré hacia la
casa contigua pero también estaba a oscuras y silenciosa. Seguro que
estaba durmiendo.
Con el empuje que te da una buena graduación en la bebida salí del coche
decidido a entrar en la que ya no era mi casa. Sabía que el ventanuco
del baño siempre estaba abierto y si colaba la mano por debajo de la
mosquitera podía alcanzar la cortinilla de la cual colgaba una llave. Él
mismo la puso allí hace muchos años... y allí seguía.
Recorrí el salón, la cocina y lo que fue mi estudio en la planta de abajo. En
terminos generales estaba todo igual pero estaba... más vacío. Faltaban
cosas, faltaba decoración. Mi estudio estaba vacío, solamente una
esterilla en el suelo. Y en la nevera encontré muchas verduras y frutas.
¿Se habría vuelto vegetariana? ¿Haría yoga? Si era verdad
definitivamente ya no era la misma. Aunque ahora estaría más amargada si
cabe...
Subí a la planta de arriba en busca de su dormitorio, el objetivo real de
aquella intrusión. Quería ver si había muestras de compañía nocturna en
aquella cama. ¿A quién estaría amargando la vida ahora? No encontré nada
que lo indicase. De hecho sí que encontré algo entre sus cajones pero
más bien cumplia el objetivo contrario, corroborar su soledad.
Entonces ocurrió. Vi como una sombra acercarse en la oscuridad de la noche a
traves de los cristales de la ventana. Por puro instinto me escondí
detrás de la cama. Enseguida oí como ésta se abría y alguien entraba en
la habitación. No podía ver quien era sin dejarme ver así que la
curiosidad (y el miedo, para que engañarnos) me estaban matando. Pero
enseguida salí de dudas porque el intruso se dirigió hacia la puerta de
forma que pude verle mientras salía. Antes de hacerlo dejó una escoba
apoyada en la pared.
Era oficial, su ex-mujer seguía siendo una bruja.
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