Creo firmemente en la veracidad del título de esta entrada, a pesar de su aparente contradicción. En ocasiones el cuerpo, la mente, las circunstancias hace que pierdas velocidad en tu camino o incluso que quieras quedarte parado.
Hazlo.
No creo que sea bueno hacer algo sin querer hacerlo (la vida ya está llena de cosas así, no es necesario autoimponerse ninguna más). Parar, reflexionar, vivir y el tiempo dirá cuando retomar la marcha. Quizás con más fuerza, quizás nunca, pero no hay más. Nada de autoflagelaciones ni mala conciencia. Hay infinitos caminos delante nuestro y no todos tienen un destino claro.
Yo sé que volveré a este camino en el que ahora paro. Mis razones son mis razones. Pero sé que necesito de él. Así que no es un adiós, solo un hasta luego.
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